Aunque aveces tengo buenas ideas, en General No

martes, 24 de febrero de 2009

II



Nadie se salva de la locura.
Quién podría huir de su pasión. Quién se atrevería a decir que estar entre sus brazos es cuestión de fé. Simplemente te toma y en un segundo, sin poder pensarlo, te estas revolcando en su vanidad.
Qué clase de desequilibrio consuela al que se siente cuerdo... En qué momento se quiebra la leve separación entre las ganas de seguir y las ganas de verlo todo al reves.
Un apartado en la mente, arranca casi tan veloz como un animal aterrorizado y en un instante desaparece todo su contenido. Y somos capaces de hundirnos en su atractivo; le regalamos todo, hasta lo que alguna vez pasó a la historia.
Somos capaces de hostigarnos para regalarle todo nuestro sufrimiento. Pero la locura se aloja en nosotros porque no es ajena. Necesita la aprobación del individuo para cortejarlo, no puede quedarse siendo rechazada. Ella reclama admiración y dedicación; todos estamos listos para darle su alimento: nuestro pasado, presente y el futuro. El futuro sumamente expuesto a ser mas que modificado negativamente... Cuando se esta loco, el devenir es innesesariamente esperado... Es la puerta al cambio y la necesidad de que llegue ese día en que las cosas cambien. Pero el día nunca llega, porque nosotros mismos lo posponemos. No es exitante saber que somos capaces de manejarla, la locura es la patrona. Llorá hoy, y abrazate a su cintura de sirena.

domingo, 22 de febrero de 2009

I




Nadie se siente acariciado por el viento. Todos le atribuyen características de elemento, pero el viento es mas que el Aire, es más. Porque tiene fuerza, porque se domina a si mismo, y domina a quien se interponga en su camino. El aire quieto, el aire calla... El aire es como un hombre frío que sólo le interesa usar tu nombre para demostrar que alguna vez se calentó. El viento tiene cuerpo, pero también tiene alma. Acaricia, ¡y cómo lo hace! Como si hubiera estudiado para abrazarte, y rozarte, contenerte. Y nosotros como seres egoístas que somos... ¿Por qué nos cuesta tanto entender a la naturaleza y a cada uno de sus guardianes? Si al fin y al cabo el hombre es tierra y la mujer su costilla. Se supone que de cada una de nuestras células se desprende el olor a fango, y de nuestras pestañas se balancean como las hojas de los árboles, las lágrimas cuando estamos tristes (o felices). Pero si cerraramos mas los ojos y si nos dejaramos amar por lo intangible, seríamos tan perfectos... Hablando de una perfección espiritual y un sentido de vida: la paz.