A mi los días ya no me interesan, aunque en unos pocos cumplo la mayoría de edad. Casualmente me lo planteo hoy, que no tengo ni siquiera ganas de bañarme. Es lógico. No hemos (mi cuerpo, alma y yo) soportado tantas mutilaciones para ahora dar tres o cuatro pasos al costado. A veces me pregunto, me pregunto muchas cosas... Y creo que por eso estoy acá estancada, convertida en sapo esperando que el principe me bese, y me convienta en princesa. Pero, ¿cuándo será ese dia que me puedan convencer de que soy mas que esto? Porque me toco, me huelo, me escucho pero me veo totalmente distorcionada, diferente.
Ventiún años no son nada mas que una rayita más en la pared de mi cárcel. Viviendo encerrada con mis auto-prejuicios, marco en la pared el paso de mi tiempo, viendolo pasar como a cualquier mosca. Pero tan valiosas son mis primeras décadas y piquito... ¿Por qué ya quiero tirar la toalla? Acaso me falta un brazo, un dedo, un amor. Acaso estoy tan sola... Acaso soy tan deficiente.
Yo tenía un sueño, o muchos más. Caminaba ya de chica con la mirada al cielo, porque ese era mi lítimite: era tan libre de mi y de los demas... Todos los dias miraba una foto del ayer para recordarme lo maravillosa que podía ser mi sonrisa, o al menos me dedicaba a seguir soñando. ¿Por qué deje de soñar...?
Devolveme lo que fui. Devolvemelo.
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