Cuando era pibe se sentaba a sacar fotografías con una Kodak de cajón en los pastos, en el campo... allá en Mercedes. Con su pinta de espantapájaros, con sus pantalones cortos y algunos tornillos flojos en la cabeza. Le correteaban por la mente las locas posibilidades de imitar a un Newton a un Einstein. Él, de sus once hermanos era el mas escurridizo y el más apasionado por el pensamiento y la admiración.
Creció y se casó con una señorita que conquisto con piropos. Ella paseaba en su bicicleta por los barrios de Liniers, a la guardia de un padre policía, gruñón. ¿Qué habrá visto ella en la mente de ese muchacho, en sus ojos...? Dejó a su novio y se dejó llevar por él... Su amor, su vida. El hombre más quisquillozo, cómodo e inteligente del mundo pronto se convirtió en su marido.
Hoy ambos se sintan a mirar la tele y se quejan de la actualidad... remembrando viejas épocas en que posaban sonrientes para dejar para siempre, entre la gelatina de plata..... sus sonrisas eternamente....
:)
que bonito relato.
ResponderEliminarun beso